2 de septiembre de 2014

Viaje muy poco respetuoso

Fernando Aramburu
Viaje con Clara por Alemania

Tusquets, 2014 (primera edición en 2010)
463 páginas

Clara, una mujer muy seria, culta y fina, vegetariana y casi abstemia -la pobre soporta muy mal el alcohol-, profesora en un colegio de Wilhelmshaven y novelista de escaso éxito, se toma un año sabático para escribir un libro de viajes. Por Alemania, por si había dudas.

Le acompaña su marido, del que sólo conocemos el apodo cariñoso de "Ratoncito". Amo de casa, nacido en algún país del sur de Europa y que lo dejó todo por amor, pero que es todo lo contrario de doña Clara: se pierde por hacer un chiste, le encanta comer y beber en abundancia, es forofo del Werder Bremen y le aburren los museos. Su cometido, además de resolver las cuestiones de orden doméstico, es hacer de chófer de la señora escritora y llevar a cabo los encarguitos que le van cayendo: fotografiar esto, comprar lo otro, mirar si en esa librería tienen sus libros... lo normal. En sus ratos libres se dedica a poner por escrito lo que les va pasando, espontáneamente, sin preocuparse de la corrección léxica, del estilo o de exquisiteces semejantes, pues total no lo va a leer nadie.

 Dresden, Mayo 2008.

Ratoncito y Clara visitan una serie de ciudades del norte de Alemania: Bremen, Hamburgo, Hannover, los montes Harz, la isla de Rügen y Berlín, y hay unas pocas descripciones de lugares, tradiciones y bonitas vistas, pero eso no es el meollo del libro. Tanto viaje y tanto sitio no son más que excusas para que conozcamos mejor a Clara, a quien el narrador tiene que manejar como si se tratase de un frasco de nitroglicerina, siempre a punto de hacer saltar todo por los aires. Poco a poco, hasta el lector más tarugo comprenderá por qué, aunque pasen más de la mitad del tiempo de morros, no sólo siguen aguantándose, sino que no pueden pasar más de un par de días separados.

Para evitar que tanta ternura pueda empalagar, un Fernando Aramburu en plena forma despliega toda su socarronería, regalándonos descripciones inolvidables de la familia de Clara y otros personajes secundarios. Del aluvión continuo de gansadas - "Viaje con Clara..." es de los libros que causan dolor de mandíbula- yo destacaría dos escenas antológicas: la degustación pormenorizada de ocho bombones surtidos, en el romántico cementerio de Worpswede; y el recorrido que el bueno de Ratoncito realiza por el barrio rojo de Hamburgo, movido por el deseo de ver algunas vulvas.

Ahí lo dejo. Léanlo.